- El libro exhibe las estrategias de la industria de alimentos y bebidas para atrapar a la gente a ingerir sus productos chatarra y dejar los alimentos sanos, así como las estrategias de la industria de productos y bebidas para seducir, engañar, confundir, e incluso, comprar a académicos, funcionarios e instituciones con toma de decisión e injerencia en el tema.
- En el estado de Oaxaca, el 32.6 % de los niños entre 5 y 11 años presentan sobrepeso u obesidad, lo que aumenta considerablemente la probabilidad de que al llegar a la vida adulta presenten enfermedades como diabetes o problemas cardiovasculares.
Oaxaca, Oaxaca, 15 de junio de 2022.- Ante la urgente necesidad de tomar acciones respecto a la salud de los habitantes del estado de Oaxaca, están en marcha diferentes actividades para evidenciar el grave problema de salud al que se enfrenta la entidad. Según el registro nacional de talla y peso del 2018, en Oaxaca el 32.6 % de los niños entre 5 y 11 años presentan sobre peso y obesidad, lo que aumenta considerablemente la probabilidad de que, al llegar a la vida adulta, presenten enfermedades como diabetes o problemas cardiovasculares.
Una de las acciones para contrarrestar esta problemática es la campaña “Por el derecho a una alimentación sana y nutritiva, para niñas, niños y adolescentes” #Oaxaca sin Chatarra, quien de la mano de la Universidad de la Tierra, Consorcio Oaxaca y El Poder del Consumidor, presentó en la capital oaxaqueña el libro “Alimentarnos con dudas disfrazadas de Ciencia: Nutriendo conflictos de interés en México”, con la intención de fortalecer la información sobre los efectos que provoca la injerencia de la industria de productos y bebidas ultraprocesados en la salud de la población.
Este libro es el primero de su tipo en México, en el cual se presenta una serie de hechos que describen la estrategia seguida por las grandes corporaciones de ultraprocesados, comestibles y bebidas, para bloquear, desviar y retrasar las políticas públicas dirigidas a reducir el consumo de sus productos que nos han llevado a la epidemia de obesidad y diabetes que vivimos.
Los periodistas Martha Elena García y Guillermo Bermúdez, divulgadores de ciencia y autores de diversos trabajos que abordan aspectos claves de la alimentación en nuestro país, realizaron una investigación sobre el comportamiento de estas corporaciones documentando sus estrategias para seducir, engañar, confundir, desorientar e incluso, comprar a académicos, funcionarios e instituciones.
Martha Elena García comentó: “Aunque los grandes medios de comunicación no han hecho de la diabetes una noticia tan impactante como el coronavirus, desde el 2000 también es una epidemia que cada año deja más víctimas: tan sólo en 2021, más de 151 mil personas fallecieron de diabetes, causada sobre todo por el elevado consumo de comida chatarra y refrescos”.
Por su parte, Guillermo Bermudez señaló: “No es exagerado afirmar que ocultar los daños que provocan los productos ultraprocesados ha sido criminal. En la primera década de este siglo, al encontrar evidencias de la inminente epidemia de obesidad y diabetes, el equipo de especialistas que impulsaba la primera estrategia para frenarla propuso disminuir al máximo el consumo de refrescos y productos chatarra en los niños. Invitaron a la industria a sumar esfuerzos, pero las empresas tenían la consigna de sabotear todas estas propuestas”.
En palabras de Mauricio del Villar, miembro de la Asamblea de la Unitierra Oaxaca, “a lo largo de casi tres décadas, la Universidad de la Tierra Oaxaca ha denunciado como las megacorporaciones ligadas a la agroindustria y el procesamiento de alimentos han generado un deterioro de la vida por medio de políticas públicas que dañan la vida comunitaria. Lo perverso de este modelo es que las decisiones sobre qué puede sembrar la gente, lo que puede comer, de qué se puede enfermar y cómo puede curarse están quedando en manos de un número cada vez menor de empresas que no están interesadas en la alimentación o la salud de las personas, sino en la acumulación de ganancias. Las comunidades Oaxaca y de otros estados del país continúan siendo invadidos por mercadotecnia acompañada de alimentos ultra procesados que debilitan la Soberanía Alimentaria de los pueblos y del país”.
Para el Dr. Abelardo Ávila, “la estrategia de control de funcionarios, instituciones académicas, sociedades profesionales, personajes y comunicadores influyentes, mediante apoyos financieros y un supuesto interés en promover el conocimiento y la investigación científica ha generado un disfraz que aparenta que la principal preocupación de las empresas es la salud de los consumidores; los autores del libro logran con gran elocuencia arrancar este disfraz y develar los poderosos intereses comerciales que subyacen”.
Por su parte, Alejandro Calvillo compartió que “En la sociedad de hiperconsumo las mayores amenazas a la salud de la población mundial no son más enfermedades transmitidas por insectos, virus o bacterias, sino las transmitidas por parte de las corporaciones a través de sus productos de consumo. Las muertes provocadas por el consumo de comida chatarra, bebidas azucaradas, tabaco y alcohol, sobrepasan y sobrepasarán por mucho las provocadas por la Covid-19”.
Yésica Sánchez Maya, integrante del equipo directivo de Consorcio Oaxaca, compartió: “Para nosotros este libro representa una oportunidad importante de ahondar en el debate y en la conciencia pública y social de las implicaciones y estrategias que tienen las empresas transnacionales que le han apostado a un capitalismo voraz y que poco le ha interesado la salud de las personas, al grado tal de generar ONG’s o de generar falsas investigaciones que tratan de engañar para seguir induciendo al consumo de comida chatarra y de productos ultraprocesados”.
El libro presenta historias sobre conflictos de interés que han ocurrido en México y quiénes han sido algunos de sus protagonistas, siendo un primer acercamiento periodístico que intenta dar respuesta a tales interrogantes, porque es necesario y oportuno debatir públicamente el conflicto de interés en nuestro país en este ámbito.
Poner el tema en la agenda ciudadana, apuntan sus autores, permitirá que ya no sólo los funcionarios públicos, sino la sociedad en su conjunto –y con ella los investigadores, académicos, profesionales de la salud, sus organizaciones y todos aquellos científicos que se acerquen desde sus disciplinas a la problemática de la alimentación– dejen de ver los conflictos de interés reales o potenciales como normales, inevitables, irrelevantes o justificables, e impulsen su regulación.
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